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Música

«Hello. I’m Johnny Cash”

En Vidas salvajes, Música 29 julio, 2015

Miguel Caamaño

Miguel Caamaño

PERFIL

Así se presentaba Johnny Cash, el hombre de negro, el rebelde y humilde John Ray, un hombre que quería que le escuchasen en las prisiones del condado. Por si algún día, como así sucedió, tuviera que hacerse respetar entre rejas…

La humildad la llevaba tatuada en su pecho desde que, a pesar de ser blanco, trabajó en los campos de algodón de su Arkansas natal con apenas cinco años. Era una manera de experimentar la miseria y las penurias que luego tendría a bien plasmar en sus canciones. La pena también se le apareció cuando su hermano Jack murió trabajando con una sierra eléctrica tras haber tenido el pequeño Johnny fatídicas premoniciones al respecto, suceso que le acompañaría por siempre. Aunque tenía claro tras escuchar el programa de Jack Benny en la radio que se dedicaría a cantar, misión que no sería ni siquiera interrumpida durante su carrera militar, interceptando transmisiones del enemigo soviético en código Morse.

Ya en los gloriosos años 50, empezó a vender electrodomésticos, hacer prácticas de radio y cantar góspel. Un género que quiso compartir con el gerente de Sun Records, Sam Phillips, convenciéndole de que podría estar en su roster, no sin antes dejar aquella sesión mítica registrada junto a un tal Elvis, un rubiales llamado Jerry Lee y un sureño profundo llamado Carl Perkins. Sin embargo, en el legendario estudio de Memphis siempre fue ninguneado, así que buscó porvenir por otros lares, donde no se le juzgase por querer experimentar con el góspel. Cercano a Dios pero enfrentado contra sus designios de rectitud, Cash probó todas las drogas que había, incluso compartió adicciones con Waylon Jennings en un apartamento para llevar mejor las interminables giras por la profunda América. Johnny se lo bebía todo…pero seguía inspirado.

Sus presencias en las cárceles empezaron a ser habituales: tan pronto su camión ardiendo provocaba un incendio, como entraba en una propiedad privada para robar flores, por no hablar de cuando camuflaba droga dentro de su guitarra pasando la frontera de Mexico. Esa tendencia autodestructiva puede que respondiese a taras afectivas del pasado, pero el caso es que su música no se resentía, más bien al contrario, con discos conceptuales inolvidables durante los años 60. Durante un tiempo yo tomaba las pastillas, pero luego las pastillas comenzaron a tomarme a mí… ésa era la tónica predominante en aquel camino del exceso trazado por un hombre que tan pronto tenía una agresividad desmedida como colaboraba con causas benéficas sin pensárselo ni medio segundo. Su corazón era indomable, se casó con June, una de sus coristas y se unió a una pequeña iglesia de Nashville para expiar sus pecados. No consiguió dejar nunca las anfetaminas del todo, a pesar de que se conjuró al ser padre para que así fuese.

De ahí a hacer su propio show en la televisión o salir en Los Muppets había un paso. Johnny Cash reinventó el country tiznándolo de góspel, rock y lo que le diera la gana. Su lucha con las discográficas no evitó el aluvión de homenajes de gente, desde la más purista hasta la más presuntamente alejada de su estilo.

Su mujer June siempre le animó a seguir trabajando y componiendo…pero June se fue y Johnny no tardó en acompañarle y convertirse en eterno.

Pues conocer más Vidas rebeldes, aquí.

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